lunes, 26 de abril de 2010

Ser limpios no cuesta tanto

Nerea Ortega Cozar

Aprovechando el estreno de la última película de Tim Burton, Alicia en el País de las Maravillas, decidí ir al cine con unos amigos. Después de pagar 8,50 euros me acordé del maravilloso mundo de Internet y sus descargas, pero para olvidarme y autoconvencerme de que aquel sablazo había merecido la pena, no me quedó otra cosa que pensar en la cómoda butaca y la enorme pantalla que dentro de la sala me esperaban.
Normalmente casi todos cuando vamos al cine acostumbramos a llevar palomitas o cualquier otra chuchería para comer, y digo bien comer, porque después de lo que vi hay algunas personas que no deben tener claro el concepto. Cuando entré a la sala y me fui a sentar en mi butaca, me encontré que estaba hecha un asco. Por un momento barajé la opción de que lo que anteriormente se había sentado allí fuese un cerdo, pero lo acabé descartando y lo relacioné más con alguien que debió acabar hasta los mismísimos del bol XXL de palomitas. Puedo llegar a entender que se te caigan unas pocas, porque con la oscuridad igual no aciertas a comertelas todas, pero ¿tantas?. ¿De verdad cuesta ser un poquito más limpios?

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