domingo, 16 de mayo de 2010

Cuesta arriba

Beatriz Casielles Alvarez

Mis dos últimos años de carrera he vivido en un antiguo pero mágico piso de Bilbao. Sus escaleras de madera y sus desniveles a lo largo de la costosa subida (un 6º) hacen de ella una casa diferente y a la que todos, a pesar de no contar con ascensor, deciden subir. Hablo en todo momento de compañeros jóvenes a los que el corazón y los pulmones todavía les funcionan correctamente. Como todo indica mi queja va exactamente enfocada al por qué de que este viejo piso no cuente aún con un ascensor. El otro día coincidí en el portal con una señora de avanzada edad que subía con dificultad cargada de bolsas, me ofrecí a ayudarla y durante el trayecto me contó lo mucho que le costaba subir esas escaleras día tras día, año tras año. Al parecer la derrama del ascensor es costosa y no todos los vecinos están dispuestos a cooperar en estos tiempos que corren. El Ayuntamiento de Bilbao tampoco les proporciona ningún tipo de préstamo. A excepción de mis compañeras y de alguna pareja que comienza su vida en común, el resto de vecinos superan la media de edad. Concretamente una de ellas sufre del corazón y apenas sale de casa, vive completamente sola y las veces que me ha tocado compartir rellano con ella lo único que he sido capaz de sentir ha sido pena e impotencia. El Ayuntamiento se supone que está para éstas cosas, para ayudar a los ciudadanos y asegurarles unos derechos dignos. Esta gente ha estado pagando toda su vida unos impuestos y nadie les va a ayudar a tener una vejez decente. Tras dos años mis compañeras y yo nos hemos acostumbrado a subir diariamente seis pisos, pero somos conscientes de la mala condición en la que están las vigas que unen un piso con otro. El edificio necesita una obra con urgencia y alguien se debería de encargar de controlar dos cosas, primero si es cierto que esta gente no puede pagar la derrama correspondiente y segundo si el edificio realmente no es merecedor de una ayuda económica para velar por la salud de sus propietarios. Yo como estudiante e inquilina no puedo hacer nada, pero si fueran mis padres o mis abuelos los que estuvieran sufriendo estas condiciones afirmo que movería lo que hiciera falta para que casos como este no se permitieran.

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