miércoles, 10 de marzo de 2010

Dios salve a la AP-1

Aitor Arambarri Alberdi

Genial. Una década de obras para ofrecer al ciudadano 32 kilómetros de glorioso asfalto, 32 kilómetros que suponen incontables ventajas para vitorianos y giputxis en general. Un pasillo destinado a jubilar al Alto de Arlaban y dejar en manos de las hordas de turistas gabachos el puerto de Gatzaga. Qué decir del de Etxegarate. ¡Aleluya!

Quién la haya probado sabrá que el nuevo vial es la leche. Buena carretera, pocas curvas, multitud de túneles… y hasta tiene sus propias obras, elemento sin el cual no estaríamos hablando de una carretera vasca. El único pero está en el precio: algo caro, diríase. Quizás por eso la mayoría del tráfico siga prefiriendo el sinuoso alto de Etxegarate a tener que pasar por caja en la AP-1. O eso, o a los camioneros les gusta mucho más una carretera con curvas, por eso de la adrenalina al volante y tal… No sé, juzguen ustedes.

De todos modos, según lo explicado, tenemos una recién estrenada carretera de primer nivel infrautilizada a causa de su alto precio… o, según los políticos, a causa de que existen viales alternativos. Y nada mejor que instaurar peajes también en ellos. Brillante. También se podrían bajar las tasas de la AP-1… pero nada, eso no mola, no se lleva en Europa. No es moderno. De primeras, van a instalar un señor peaje en pleno alto de Etxegarate. Claro que, por otra parte, esta medida dará el espaldarazo definitivo a la industria peajera y fomentará el empleo y tal y cual… Pamplinas. Una nueva medida con la que sangrar al contribuyente. Ni más, ni menos.

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