lunes, 22 de marzo de 2010


Elisa Fernández Perojo

Esta noche, mientras veía el telediario, me han recordado aquel fatídico día en el que por culpa de un árbol enorme que tapaba un semáforo suspendí el examen práctico de mi permiso de conducir. No era un árbol cualquiera y encima no es que el semáforo estuviese precisamente en verde. He sido una de las pocas personas que conozco que el día de su examen práctico oyeron aquel famoso pitido que nadie quería oir. Era el pitido que se oía cuando el profesor pisaba el freno.
Por lo visto no debo ser la única a la que le pasan estas cosas. En el telediario de las nueve, han emitido una noticia en la que aparecían un sin fin de señales de tráfico absurdas y en mal estado. Y yo me preguntó, ¿será que no pagamos suficientes impuestos como para que estas cosas no ocurran tan a menudo?
Todavía hay un montón de personas que pierden la vida en nuestras carreteras y muchas de ellas son por este tipo de causas. Mi queja de hoy va dirigida a este asunto, a que estas cosas no ocurran y que las carreteras y señales correspondientes estén en perfecto estado.

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