Aitor Arambarri Alberdi
Esto no es una queja al uso. Es más hastío, cansancio. Abro el periódico del día y leo lo siguiente: estudios, pronósticos, previsiones… acerca de todo lo imaginable. ¿Cuántas veces hemos escuchado la famosísima frase “un estudio afirma que…”? Desde las previsiones de la economía vasca para este año, hasta un impactante y antológico estudio que afirma que los hombres infieles tienen menor cociente intelectual. Estremecedor. Me hiela la sangre.
Los temas idiotas, como curiosidad, pasan. Si algún (prestigioso) equipo de iluminados quiere invertir su tiempo en estudios tan profundos para el devenir de la raza humana como el de los hombres infieles, allá cada cual con su vida. Si encima encuentran a otro ser tocado por la luz celestial que les financie, que vivan los novios. Te puedes hasta echar unas risas con el tema en la barra del bar.
Ahora bien, lo que ya no aguanto es que la élite burócrata de turno nos salga cada X tiempo presentándonos tal o cual previsión, en plan “la cosecha de la escarola crecerá un 17,4% durante el siguiente lustro”. Estudio, claro, que a los dos días es contestado por otro pronóstico de un autor aún más ilustrado que afirma lo contrario, o le mete matices, o, a fin de cuentas, afirma lo que le sale de las narices. Y se hacen la foto, y sonríen y se cuelgan las medallas de rigor. ¿Por? Por haber presentado una idea 100% subjetiva revestida de una capa de barniz institucional. Una idea que controlan según les convenga, que va desde un chute de optimismo para el lumpenproletariat hasta la preparación psicológica del batacazo madre para los jefazos de turno. Y digo yo, que vista la fiabilidad de estos “prestigiosos” estudios, los citados temas aburren hasta a las vacas. Dejadnos en paz ya. ¡Cansinos!
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