miércoles, 30 de junio de 2010
La tecnología en el fútbol no es un avance
A raíz de los fallos arbitrales en el presente Mundial de fútbol, mucho se está hablando de incluir tecnologías para resolver acertadamente las jugadas dudosas. Los métodos son incontables: GPS, radar, satélite, láser, videorrepeticiones, etecé! Demasiadas chorradas diría yo. La grandeza del fútbol no sólo se nutre de los fallos y aciertos de jugadores o entrenadores, sino también de las pifias arbitrales. Los errores arbitrales hacen aleatorio el resultado de cualquier partido. Elevan a la exponencia más polisémica aquella reflexión de 'fútbol is fútbol' que bien asintió el cosaco Vujadin Boskov.
Puede que este punto de vista no comulgue mucho con el futbolista, entrenador o aficionado, pero al periodista le sirve de filón para destilar líneas y líneas el día siguiente en su artículo (y lo digo como futbolista, entrenador, aficionado y sobre todo, como periodista). Pese a que la falta de tecnología arbitral haya echado a España de tres mundiales (en Mexico'86 con el gol de Michel; en USA'94 con el codazo de Tassoti a Luis Enrique, y en Corea y Japón'02 con los garrafales fallos de Al Ghandur), sin ellos nos quedaríamos sin qué hablar.
Rearbitrar un fallo arbitral, podría equipararse a repetir el fallo de un jugador hasta que marque gol. ¿Que un delantero s resbala en un panalti? No pasa nada, se analiza el tiro en el videomarcador, y se repite. ¿Que un defensa se tropieza en el despeje? No cunda el pánico. Videomarcador y esta vez patadón a la grada. Puede que yo tan sólo sea un romántico, pero por culpa por la tecnología arbitral, el quinto mágico del fútbol, Zinedine Zidane, no habría abandonado los terrenos de juego por la puerta de atrás, ya que su expulsion de la final del pasado Mundial fue rearbitrada por el cuarto trencilla gracias a la video repetición. Otro ejemplo es el gol no adjudicado a Lampard del otro día. La falta de recursos tecnológicos permitió a Alemania cobrarse la revancha histórica del no-gol de Hurst que dio el Mundial de 1966 a Inglaterra. El fútbol es perfectamente imperfecto, y como tal, así debe comportarse. Con todas sus consecuencias.
::VIDEO:: Gol de Lampard a Alemania (2010) y no-gol de Hurst a Alemania (1966)
domingo, 27 de junio de 2010
...realidades...
De limpio
...balonazos...
...Volver...
jueves, 24 de junio de 2010
El cántaro de Italia se ha roto de tanto ir a la fuente
NATXO UGARTE BARAKALDO
"Ufff..." Así, aliviados, al unísono resoplamos todos cuantos ocupábamos el bar de Julio en el instante en el que Howard Webb pitó el final del partido. Italia había caído 2-3 contra Eslovaquia y estaba fuera del Mundial en la fase de grupos. Algunos agoreros y diezmados de espíritu (entre los que se incluye un servidor) pensábamos que de nuevo, la Azzurra lograría clasificarse del mismo modo que me estoy sacando yo la carrera de periodismo: apelando a la ley del mínimo esfuerzo. Pero no. Esta vez no. Ufff... (otra vez).
Aún no lo sabemos, pero estamos ante el final de una era. Se ha roto un maleficio (un bueneficio si es usted italiano). Y me explico. Italia, es la única selección capaz de salir campeona de un Mundial ganando sólo cuatro partidos de siete disputados. La única capaz de clasificarse para la fase final de la Copa del Mundo sin ganar ni un sólo partido de la fase previa. La única capaz de marcar un gol en el minuto 1, y aguantar con ese resultado sin tener la posesión del balón. La única capaz de desmontar la teoría aquella del malogrado juanito que decía: "90 minuti son molto longo". Pero es que ese es su estilo de juego. De hecho, ese modo de jugar, es conocido por un nombre italiano, il Catenaccio. Y eso le ha valido a la tetracampeona del Mundo para ser eso, tetracampeona del Mundo. Sin embargo esta vez no tocaba.
Italia ha caído del fino hilo por el que acostumbraba a hacer piruetas con los ojos cerrados. Y eso que en el último minuto del tiempo añadido, allá por el 96, ha podido llegar el gol de la clasificación en una clarísima ocasión, pero no. No era el día, algo ha cambiado. Italia ya no será campeona, y es que, tanto va el cántaro a la fuente, que al final termina rompiéndose. O como diría Juanito: "Tanti arriva il cantaro a la fontana qui finaliza quebrando".
miércoles, 23 de junio de 2010
Correr el velo
lunes, 21 de junio de 2010
Sherpa, el héroe olvidado de la montaña
No figuran en los libros, sus nombres son más difíciles de pronunciar y no copan las portadas de los periódicos ni acuden a las televisiones contando sus aventuras. Son eslabones olvidados de la historia del montañismo y poco se conoce de ellos, sin embargo, esa historia no habría podido escribirse sin ellos: los sherpas.
La palabra sherpa es un gentilicio que signfica 'hombre del Este'. No obstante, su utilización se ha relacionado siempre con un fin casi despectivo que hace referencia a la profesión de guía y porteador del hombre blanco. Los sherpas son pobladores del Himalaya, y como tales, son conocedores de la geografía del lugar y están adecuados al extremo clima que allí se da. Pero eso es todo. Andan, respiran, sufren y mueren igual que nosotros. Sin embargo, por lo común, la idiosincrasia occidental no lo cree así, ya que nuestra cultura siempre ha tendido a infravalorar su labor.
Mientras que en el Primer Mundo alabamos y admiramos a quien corona las grandes montañas del Himalaya por hobby, en los suburbios del mundo subdesarrllado habitan personas desconocidas que han logrado grandes hitos en la historia del alpinismo, y no por diversión, sino normalmente por necesidad, por lograr dinero con el que dar de comer a sus familias. Pero nadie se acuerda de ellos. Nombres como Tenzing Norgay (el primer hombre que subió al Everest junto con Edmund Hillary), Temba Tsheri (coronó el Everest con 16 años), Pemba Dorjie (record de ascensión al Everest en 12 horas, 45 minutos) o Appa Sherpa (holló la cima del Everest 19 veces), forman parte de la ignorancia de un mundo donde no importan los hechos, sino la condición social de quien lo logra.
La bolsa
Esta queja va dirigida a una gran superficie de procedencia francesa, cuyo nombre empieza por -c y termina en -r, y a su último invento de sacar dinero a los consumidores, la campaña medioambiental donde la única información que se da para sensibilizar a la población es el precio de la bolsa de plástico, esa que antes iba incluida con la compra, y folletos informativos con la fecha de retirada de las bolsas gratuitas.
El mes de Diciembre de 2009 fué el momento de poner en práctica dicho acometido ecológico, y el mes de Mayo la fecha de su paliamiento. Las quejas de la clientela han hecho declinar esta iniciativa que poco de campaña sensibilizadora ha tenido.
El cobro de las bolsas biodegradables, tanto que se friccionan con el lanzamiento del yogur; cuyo precio ha ido descendioendo hasta su absolución en muchos establecimientos, sumado a la variada oferta de packs de bolsas no tan biodegradables como las que cobran para trasladar la compra acasa, dejan en evidencia la última estrategia de mercado ideada por la compañía.
...lo que fuimos...
En ella veo toda mi vida y parte de la suya. Su mirada es la suma de todos nuestros recuerdos, los intermitentes que le quedan y los que guardo yo por ella. La que fue cintura de talla pequeña se dejó moldear por el paso del tiempo al antojo de lo que viniera, sin lamentarse por ello. Fueron las arrugas de la frente las que se encargaron de recordárselo conforme aparecían. Pero la memoria no exterioriza el deterioro sobre la mesa. Juega al despiste con su edad y viene como se va. Sonríe cuando no sabe qué decir y se da la vuelta. Son ya demasiadas preguntas sin respuesta. Deja los lamentos para cuando se acuerda, llora sola si me despista y aprende a vivir todas las mañanas. Está educando a sus recuerdos para mantenerlos al calor y a mí, a mi no ha dejado de quererme. Fue madre de mi padre aquel día que hoy no cuadra en sus pasados, sin número, sin mes. Aurora es aurora cada día, amanece porque teme los ocasos y escribe notas en una libreta tan extraña como de toda la vida. Yo tengo una igual, me la regaló ella hace cuatro años, pero lo sabrá solo si se lo cuento. Sigue estando enamorada del hombre que se nos fue, mira su fotografía por las noches para que no se le marche más lejos. Entonces sí, entonces vuelve a ella y se recuerda como ayer. No puedo quejarme de aquello que nos traiga esta vida, porque hemos tenido el gusto de probarla. Aunque me sepa tan dulce como salada. Estamos aquí. Para ser y para tener que reescribir nuestra vida si así nos tocara. Porque, ¿Qué sería la vida ausente del recuerdo?
domingo, 20 de junio de 2010
Hoy me quejo de Bizkaibus, seguramente el servicio de transporte público más costoso del Estado.
Varios son los motivos o factores que invitan a quejarse de esta compañía, y es que no solo el coste en moneda, sino el tiempo, son elementos que juegan un papel importante a la hora de prestar este tipo de servicios.
Para empezar, la inexistencia de un bono especial para universitarios es algo llamativo, ya que todo servicio público que se precie tiene tarifas especiales para colectivos como estudiantes, ancianos..., más teniendo en cuenta las características de desplazamiento que presenta el País Vasco, donde acuden diariamente a Leioa alumnos de todos los muncipios de Bizkaia y otras provincias, lo que hace aún más incomprensible la ausencia de este tipo de tarifas.
Por otro lado, la cantidad de vehículos puestos a disposición es limitado, teniendo en cuenta que el campus se encuentra en un núcleo poblacional donde no residen la mayoría de alumnos que acudimos a la facultad a diario. Las líneas son insuficientes, los recorridos largos, con lo que el trayecto diario de ida y vuelta se convierte en una pérdida sustancial de tiempo en detrimento del alumnado y en beneficio de la empresa. Por último, también es criticable el espacio reducido de los autobuses y su mantenimiento, ya que no es inusual en días de aguacero recibir en la mollera alguna que otra gota.
viernes, 18 de junio de 2010
El honor negado a George Mallory
"¿Por qué escalar el Everest? Porque está ahí",George Mallory
El 29 de mayo de 1953 es la fecha marcada en el almanaque de cualquier alpinista como el día en el que el punto más alto de la Tierra se situó bajo los pies de un ser humano por primera vez. El día en el que el diamante embruto del Himalaya fue pulido por la grandeza del hombre. El honor y la gloria de aquella proeza fueron para Edmund Hillary y su incansable sherpa Tenzing Norgay. La leyenda... no. La leyenda quedó reservada para dos hombres cuyo recuerdo tambalea la verdad aceptada: George Mallory y Andrew Irvine.
Han pasado casi noventa años desde que estos dos británicos desaparecieran en las cercanías de la cumbre del Everest. Y es aún un enigma si alcanzaron o no la cumbre. Las investigaciones para esclarecer el misterio se han centrado en descubrir si fallecieron ascendiendo -antes de llegar a la cima- o si perecieron en el descenso -después de hollar el Techo del Mundo-. Es probable que jamás se averigüe, pero también es posible que toda esta discusión esté más cerca de ser solucionada de lo que muchos piensan.
Mallory fue un joven inglés que comenzó ascendiendo picos menores de los Alpes y el Himalaya para obtener experiencia acerca de la geografía y de la región. Pero no fue hasta 1924, a sus 37 años de edad, cuando inició la mayor aventura de su vida. Sus ansias de superación, su carácter indómito y la fortaleza que mostraba en las condiciones más extremas lo habían convertido en un héroe nacional. Su amigo el coronel Edward Norton aseguraba que Mallory era el prototipo de montañero.
“Se caracterizaba por ser ligero, ágil y activo, dotado de un paso excepcional ascendiendo y descendiendo y con insuperables dotes de equilibrio y habilidad en roca, nieve y hielo”,
Edward Norton
Con tales aptitudes resultaba imposible que su nombre no figurase dentro de la lista de la expedición británica organizada en 1924 para asaltar definitivamente la cumbre del Everest. El primer intento había sido en 1921. En él se descubrió el camino hacia la montaña a través de un misterioso y desconocido valle del Tíbet que ascendía hasta los 7.000 metros de altura. La siguiente expedición se realizó en 1922. En aquella ocasión los integrantes se retiraron después de que una avalancha de hielo y nieve sepultara a siete de los sherpas contratados.
Mallory había conseguido en 1922 llegar a los 8.330 metros de los 8.850 con los que cuenta la montaña, una altitud que no había alcanzado nadie antes. Esto fue lo que hizo creer que la expedición de 1924 sería la definitiva (foto). Además era su última oportunidad. Mallory había prometido que ésta sería su última tentativa al Everest, consiguiese hacer cima o no, ya que su edad no le permitiría abordar otro intento con éxito. Tras unas semanas de aclimatación, los montañeros y los sherpas iniciaron los primeros ascensos. Pero no fue hasta el 6 de junio cuando prepararon los equipos para el asalto final.
Inicio del ascenso
El 6 de junio, al amanecer y acompañado por un joven técnico en oxígeno, Andrew Irvine, de tan sólo 22 años, Mallory inició la ascensión al Everest desde el Campo Base por su cara norte con la intención de hacer cima tres días después. Durante la subida alcanzaron a Howard Somervell, un compañero de la expedición que se estaba quedando sin fuerzas y que sufría congelaciones. Somervell era el encargado de abrirles el camino, y ante la llegada de Irvine y Mallory decidió desistir en su intento de hollar la cima con ellos. No obstante, antes de darse media vuelta, entregó a Mallory una cámara Kodak de fotos para retratar la instantánea en caso de alcanzar la cumbre.
"De entre las nubes se abri´un claro. Entonces toda la arista somital y la cumbre del Everest se hallaban despejadas. Mis ojos quedaron fijos en el pequeño punto negro que se recortaba en una cresta de nieve situada debajo de un resalte rocoso de la arista; el punto negro se movió. Entonces apareció otro punto negro que se desplazó por la nieve hasta reunirse en la cresta con el primero. Este se aproximó entonces al gran escalón rocoso y al poco apareció en lo alto; el segundo le imitó. Entonces, toda aquella fascinante visión se desvaneció, una vez más envuelta en nubes".
Noel Odell.
Aquella fue la última vez que se vio a Mallory e Irvine con vida. Ya nunca más se volvió a saber de ellos. Tan sólo les faltaban 150 metros para alcanzar la cumbre y con esa reducida distancia, pese al mal tiempo, ningún obstáculo les habría impedido avanzar hasta ella, en parte porque, como dijo un miembro otra expedición y amigo de Mallory llamado Geoffrey W. Young, “Mallory era Mallory”.
“Después de conocer a Mallory, puedo afirmar que si para la mayoría de alpinistas es difícil retroceder cuando lo más duro está superado, para él habría sido simplemente imposible. Mi hipótesis es que murieron en el descenso, como sucede en la mayoría de casos, y que la montaña fue coronada antes por la sencilla razón de que Mallory era Mallory”,Geoffrey W. Young.
No obstante, su fin no fue más que el comienzo de la leyenda. ¿Llegaron a pisar la cima?. Esta incertidumbre continúa hoy en día y es uno de los misterios mejor guardados de la humanidad.
Pruebas de la hazaña
En 1975, el escalador chino Wang Hongbao que se encontraba en pleno ascenso, informó al campo base estar junto al cuerpo de un escalador inglés cerca de la cima. Al tocarlo, parte de la ropa se desintegró en sus manos, e indicó que el cuerpo debía llevar allí décadas. Desgraciadamente el alpinista chino le sorprendió una avalancha y falleció al día siguiente descendiendo, sin que se llegara a precisar el lugar en el que vio dicho cuerpo. Todo el mundo aceptó que aquellos eran los restos de Andrew Irvine, quien hoy por hoy, aún sigue desaparecido.
Asimismo, en 1991 se localizaron las botellas de oxígeno empleadas por los dos montañeros británicos en 1924. Se hallaban ocultas en un recoveco rocoso. Todo indicaba que algo anormal les había sucedido. Se llegaron a dos conclusiones: la primera es que ambos compañeros decidieron prescindir de ellas bien porque les faltaban muy pocos metros para alcanzar la cumbre. La segunda asegura que las abandonaron a la bajada porque no las necesitaban durante el descenso. Ésta segunda opción es la más probable, ya que Irvine necesitaba oxígeno para escalar debido a la faringitis que padecía en aquel momento. Tampoco Mallory se encontraba en condiciones de respirar el aire frío ya que estaba aquejado de terribles accesos de tos.
El paso del tiempo sumió en el olvido la muerte de Mallory hasta que en 1999 un equipo de la BBC decidió desplazarse hasta el Everest para intentar localizar el cuerpo del montañero y averiguar si el fallecimiento le sobrevino durante el ascenso o durante el descenso de la cumbre. ¿Cómo podrían saberlo? Muy fácil: a través del análisis del cuerpo y de las posibles heridas que presentara. Los miembros de la BBC siguieron las huellas de las diversas expediciones que a lo largo del tiempo habían ido encontrando objetos pertenecientes a Irvine y a Mallory.
Con estos precedentes, los periodistas buscaron en la zona sin éxito hasta que el 1 de mayo, durante un reconocimiento rutinario, Conrad Anker se percató de que de una mancha blanca sobresalía “un pie descalzo, con el talón hacia arriba y los dedos apuntando hacia abajo” (foto 2). ¡Era el cadáver de George Mallory! (foto 1). Rápidamente el cuerpo fue sacado de la nieve junto con todas sus pertenencias y hoy, por fin, se conocen los datos que recomponen, con mayor o menor fiabilidad, lo que pudo suceder realmente en aquella trágica jornada de 1924.
Asimismo, en el bolsillo del cadáver de Mallory estaban sus gafas de sol (foto), lo cual indica que la muerte le sobrevino de noche. Como partieron al amanecer, tuvieron todo el día para alcanzar la cumbre y al llegar la oscuridad y no llevar linterna prefirieron dormir en el campamento base a hacerlo en cualquier grieta al resguardo del viento.
Peor suerte debió de correr Irvine. Su cuerpo permanece todavía bajo las nieves del Everest. Ahora la pregunta es: ¿el accidente se produjo durante el ascenso o durante el descenso de la cumbre? Esta cuestión también ha podido ser contestada. Las pruebas indican que lo más probable es que Irvine y Mallory murieran durante el descenso, arrebatando a Hillary, de este modo, el honor de haber sido la primera persona en coronar el Everest.
"El hallazgo de Mallory demuestra lo que siempre pensé: nunca hicieron cima. En 1924 el Everest sólo podía escalarse por el pasillo Norton, donde había fracasado días antes el coronel Edward Norton. Mallory no tomó esa ruta, la única que le habría llevado hasta la cima, sino que cogió otra y llegaron al Segundo Escalón, a 240 metros de la cumbre. Imposible de trepar, al menos hasta 1975, cuando se fijó una escalera de aluminio", Reinhold Messner.
A pesar de ello, el alpinista chino Yin-Hua logró cruzar dicho paso y alcanzó la cima por el Paso Mallory en 1960. Cierto es que para ello tuvo que quitarse los guantes, descalzarse las botas y sacarse los calcetines, lo que le llevó a sufrir las amputaciones de los dedos del pie. Sin embargo se trataba de un escalador poco experimentado, y demostró sufactibilidad. También consiguió coronar el Everest cruzando el Segundo Escalón (foto) la alpinista británica Alison Hargreaves en 1995, y lo hizo en solitario.
"A la pregunta de cuál es la utilidad de escalar el pico más alto del mundo, debo decirles que ninguna. No se persigue unfin científico; simplemente la gratificación de un impulso, el deseo indómito de descubrir lo inexplorado que late en el corazón del hombre. Conquistados los polos, la poderosa cumbre del Everest permanece ante los ojos del explorador como la única gran conquista posible",George Mallory.
Al límite
Hoy me quejo del tiempo, y es que al parecer esta imagen se repite cada año. Todos cojemos las cámaras y observamos acongojados como la ría de Bilbao topa con los edificios que lindan. A pesar del período estival en el que nos encontramos, el mal tiempo no cesa y las lluvias torrenciales que han caído el miércoles en todo el Cantábrico hacen sospechar que todavía falta un tiempo para tomar el bronceado.
Muchas son las quejas de vecinos y comerciantes de la necesidad de encauzar el río, llamamientos de alarma de los medios de comunicación de cómo las olas del Nervión bañan el Arriaga y las entidades públicas advirtiendo de los posibles destrozos en coches, garajes o zonas bajas como el Casco Viejo. Tras varias horas de espectación todo vuelve a la normalidad, y vemos imágenes de como la señora vuelve a sacar a pasear a su perro en las laderas de la ría, pero es posible que algún día el río se desborde, como ya sucedió varias décadas atrás, por tanto sería buena iniciativa acometer de una vez las obras que impidan que estos pequeños desastres naturales se repitan en nuestras retinas cada año.
miércoles, 16 de junio de 2010
La eterna tortura de Moacyr Barbosa
Desde que el fútbol naciera como deporte no se recuerda que una persona pagase un precio tan alto por encajar un gol como el que fue obligado a saldar Moacyr Barbosa.
El 16 de julio de 1950, Maracaná albergaba desde las 10 de la mañana 250.000 almas para presenciar el último partido del Mundial Brasil’50. Por aquel entonces, no existía el formato de semifinales y final, sino que los cuatro semifinalistas (Suecia, España, Uruguay y Brasil) se medían en una liguilla a partido único para resolver el vencedor. El azar quiso que el último partido lo disputasen los dos mejores equipos del torneo, y del cual saldría el campeón del Mundo: Uruguay y la anfitriona Brasil.
La Canarinha, había logrado la etiqueta de gran favorito, porque además de ser el anfitrión del torneo, había goleado por 7-1 a Suecia, y 6-1 a España en los dos primeros partidos de la fase final, mientras que Uruguay había cosechado unos discretos resultados al imponerse a los suecos 3-2 y empatar a dos tantos contra los españoles. Por tanto el campeón se determinaría en el último partido entre los dos combinados sudamericanos, ya que España, quien se había clasificado gracias al gol de Zarra (foto), perdió todas sus opciones de hacerse con el título al caer derrotado ante Suecia.
Debido a que Uruguay había logrado 4 de los 6 puntos disputados y Brasil había sumado los 6 al solventar positivamente sus dos encuentros, a los ‘cariocas’ les bastaba un simple empate frente a los ‘charrúas’ para alzarse la Copa Jules Rimet (antiguo nombre de la Copa del Mundo).
A las 15.30 horas dio comienzo el encuentro ante un país enfervorizado que llevaba varios días festejando la más que segura victoria de la ‘canarinha’. Muchos periódicos tenían ya preparadas las portadas del día siguiente y las calles estaban predispuestas y adornadas con carrozas para recibir a los once héroes brasileños. Estaban previstos una serie de eventos (fuegos artificiales, grandes celebraciones, felicitaciones de los altos mandos de la nación...) y además, se iba a conceder un día de fiesta nacional por la consecución del campeonato del mundo.
Tras la reanudación, el equipo celeste, crecido gracias al aliento de su capitán, se volcó al ataque, y a falta de 23 minutos para el final del encuentro, ‘el Diablo’ Schiaffino, jugador del Peñarol de Montevideo, conjugaba con Alcides Ghiggia por la banda derecha y colaba el balón en la escuadra izquierda del arquero carioca, Moacyr Barbosa (foto).
Todo Maracaná, se sumió en un gran silencio, pero a los pocos segundos siguieron los cánticos y los festejos, porque Brasil, pese a agotar su margen de error seguía siendo campeona del Mundo. No obstante, 13 minutos más tarde, Ghiggia de nuevo, recibió el balón en la banda derecha, junto a la línea de cal y tras recorrer 40 metros sorteando jugadores amarillos, se plantó dentro del área. Barbosa, con la jugada del gol de Schiaffino aún en mente, se apresuró a tapar el más que posible pase de la muerte al nueve carioca, tal y como había sucedido 13 minutos antes. Sin embargo, Ghiggia, prácticamente sin ángulo, ejecutó un milimétrico disparo entre el defensa local Bigode y el poste de Barbosa, sin que este pudiera hacer nada (foto).
Barbosa fue el gran infectado. Fue señalado y humillado por todo su país. Brasil nunca le perdonó aquel último gol de la final, algo que le condenó de por vida. La vida de Barbosa se convirtió en un verdadero infierno de la noche a la mañana. Bastaba con que entrara a una panadería, para que todos los clientes huyeran como si hubieran visto a un fantasma. Sobre ésta y otras reacciones, Barbosa aseguraba que si no hubiera aprendido a contenerse cada vez que la gente le despreciaba, "habría terminado en la cárcel o en el cementerio". También recordaba el hecho más triste de su condena futbolística. “Fue una tarde de los años ochenta en un mercado. Me llamó la atención una señora que me señalaba mientras le decía en voz alta a su hijo: 'Mirá, ese es el hombre que hizo llorar a todo Brasil'".
Moacyr Barbosa trabajó durante más de veinte años en el lugar que le sepultó en el mundo futbolísico. Fue empleado en las oficinas de Maracaná, y de premio a su excelente labor y debido a que se acercaba una gran remodelación en el estadio, su jefe le ofreció los dos palos y el travesaño del fatídico arco que le mató en vida. Regalo que el portero no despreció. Convocó a sus amigos, y ante tanta expectativa creada, juntó un bidón de nafta y con un encendedor, prendió fuego a su simbólica “guillotina”. De esa forma el arquero pensó que eliminando a su testigo más cercano, podría exorcizarse del mote de “mufa” que le atribuyeron algunos, pero nada más lejos de la realidad.
En 1993 fue expulsado hostilmente (de manos del entonces segundo entrenador de Mario Zagallo), de una concentración de la selección brasileña, a donde Barbosa había acudido para desear suerte a los jugadores que luego ganarían el Mundial de USA´94. Poco antes de morir dijo desconsolado: “En Brasil, la pena mayor que establece la ley por un matar a alguien es de 30 años de cárcel. Hace casi cincuenta que yo pago por un crimen que no cometí y yo sigo encarcelado”. Otra frase que se le escuchó en sus últimos días fue: “No jugué yo sólo, éramos once”.
Barbosa falleció el 7 de abril del 2000, aislado y pobre. Quien fuera el mejor portero de su tiempo murió sólo. A su entierro asistieron a penas 50 personas, entre familiares y amigos, y no hubo ningún representante del fútbol carioca. Al día siguiente uno de los diarios más importantes de Brasil sintetizó la vida del guardameta en el título: “La Segunda Muerte de Barbosa”.
...avatar...
Sabía que no lo había visto todo. Aún menos esa parte. Siento que la tecnología crece más rápido que yo. Mi día de ayer se gastó muy similar a la etapa que les caracteriza. Folios, moscas interesantes y curiosidades que no son vitales. Entre café y notas de clase me pocoyizaron. La gracia se originaría años atrás, en el salón comunitario de una residencia universitaria. Por aquella hacía gracia preparar el despertador para las nueve de la mañana, desayunar tostadas para nueve y aliviar nuestra culpabilidad ojeando los apuntes que tocaba ojear. De ruido de fondo la colección de programación infantil de cualquier antena sintonizada. La primera emitía por entonces un serial de muñequitos digitales de corte torpe y despistado. Pocoyo pretendía ganarse a los descendientes de la generación Barrio Sésamo. Y se los ganó. Ahora, nuestro particular síndrome de Peter Pan no ha dudado en usurpar los héroes contemporáneos para sus pasatiempos por las redes sociales. Ahora yo también puedo ser un personaje virtual de cara regordeta y ojos canica sin perder mi estilo. Si…ayer me pocoyizaron, mañana me tentarán para que participe en un cuestionario que me aclare qué fui en otra vida.
...sobre mojado...
Más de la mitad de mi cuerpo es agua, el globo terráqueo no es sino un gran lago redondo con pequeñas islas perdidas. Mi ropa, a principios de junio, no tiene que envidiar esa riqueza líquida a gran escala porque absorbe tanto como puede la humedad del escenario por el que transito. Vivo en una ciudad nebulosa, sometida a un bombardeo de lágrimas celestiales. Llueve…llueve sobre mojado. La urbe ha vuelto a los grises y fríos y a las melenas con cardado. Pero me gusta ver llover desde la ventana, me gusta esconderme debajo de los balcones y que los cinco minutos de agua me pillen sola por la calle. Me gusta saber que llueve si he visto al campo pedirlo, la sonrisa del agricultor que la rezó. Me gusta saciar mi sed y el tacto del agua en la bañera. Pero tan deseada como rechazada cuando ahoga, cuando inunda, cuando mata o cuando sobra. Son días bajo la lluvia, ojalá se hubiese quedado solo en eso. Pero nuestras tormentas son de claro oscuro, sombras invisibles de lo bonito y lo que daña. Ahora sé que llueve por el collage a gotas de los cristales y, entre tanto, otros perdieron su refugio.
domingo, 13 de junio de 2010
Agenda Siting
Erase una mujer a un ordenador pegada. De fondo la lluvia cayendo y el repicar de las campanas de Begoña..., es Bilbao. Mi crítica de hoy va dirigida al calendario de exámenes de la Universidad. Se supone que Junio es el mes de los exámenes por excelencia: trastornos del sueño, dietas irregulares, salidas esporádicas..., todo con el propósito de dar al traste con un año de docencia. En prácticamente una semana, los alumnos/as de cuarto hemos realizado la mayoría de exámenes del curso, asignaturas de primer cuatrimestre incluidas, quedando pendiente por examinar una asignatura a mediados del mes. ¿Qué pasa, es que Junio no tiene también 30 días? Ya sé que comienza el verano, que todos tenemos ganas de acabar, desconectar e irnos de vacaciones, pero sería más favorable para el alumno repartir los exámenes a lo largo de las cuatro semanas que componen Junio y tener un intervalo de tiempo mayor entre examen y examen, al menos para asimilar la materia de uno antes de comenzar con la del otro. También evitar que muchos tengamos que vernos en Septiembre.
...rebelión en la granja...
Algo se cuece en el gallinero universitario, algo demasiado oído y poco escuchado. Y yo, soy la primera ignorante parcial. Bolonia se presenta hoy como un cantautor encima del escenario, a expensas de críticas y aplausos que no condicionarán su existencia, sin embargo, muy a grandes rasgos sé cómo es la universidad del plan Bolonia. La culpa de un encogerse de hombros en señal de esa ignorancia podemos echársela al desinterés mayoritario que caracteriza a gran parte del alumnado. Informarse es una labor absolutamente personal y el interés de cada uno algo selectivo. Siento encima de los hombros un giro de tuercas a la rutina universitaria, con motivaciones y cambios que azotan a muchas caras de rechazo. Es de suponer. Ahí va uno de sus puntos criticados y señalado con mi propio dedo del interés selectivo. La evaluación se determinará atendiendo a los resultados de mi trabajo durante el curso. Un seguimiento diario del trabajo personal del alumnado mediante evaluaciones continuas, actividades no presenciales y trabajos en grupo, muy bien apoyado en el uso de todas las posibilidades que ofrecen Internet y las nuevas tecnologías TIC. No será cuestión de jugárselo todo en una primera y última batalla de conocimientos sobre papel pero, lo que por un lado me consuela, por el otro me ahoga. Rebelión en una granja donde los hay estudiantes y trabajadores. Seré entonces una super mujer con el poder de división física que me piden, multiplicaré las horas del día, no añoraré el tiempo libre y dejaré de tener vida social. Lo haré así porque no quiero dejar de luchar por mi futuro. Lo haré porque sin dinero no como. Y no me quejo, para nada.
sábado, 12 de junio de 2010
Mala pata
Así podemos definir la primera pisada con que muchos alumnos/as nos encontramos a la hora de acceder al campus de la U.P.V. , y no es que carezca de asfalto, sino que las nuevas paradas de autobuses no han sido diseñadas para un lugar que se caracteriza por sus contínuas precipitaciones. Resulta llamativo, ya que unas breves líneas trazadas con brocha y acuarela son suficientes para delimitar las distintas paradas que componen el servicio de transporte del campus, un diseño rápido y económico, sí, pero que no han tenido en cuenta si quiera el hacer coincidir los emplazamientos de bajada de los urbanos con esas baldosas perforadas que adornan sobre la maleza a modo de parabarros. "He empezado con mal pie", podríamos pensar ese día que llueve a cantaros, llegas tarde, bajas corriendo y ¡zas!, tu zapato negro adquiere un tono terrizo.
...acomodado silencio...
¿Hasta cuándo puede una persona tolerar las injusticias del ser humano? Posiblemente, hasta que su propio vaso de desborde. Hemos crecido en la posguerra que nos dejó la lucha por las libertades y derechos que todo individuo merece en la única vida que ha de vivir. Pero no estamos acostumbrados a la memoria histórica. Volver la vista atrás es algo selectivo, puntual, por conveniencia. La injusticia sigue latiendo en el sistema motor de esta sociedad y “donde hay poca justicia, es un peligro tener razón”, lo dijo Quevedo. La palabra tiene el mismo impacto que un puñetazo en la cara y, en base a eso, las dos opciones de respuesta parecen ser válidas. La agresión física, entre los que transitamos por este mundo, ha llegado a ser algo tan rutinario como amoral. Y, ¿qué hacemos como sociedad? Prácticamente nada. Ni siquiera podemos respaldarnos en su antónimo ‘justicia’. Sin embargo, nos avala un pasado de voces. Luchas de palabra que se envalentonaron a gritar que nos estábamos equivocando. Y en recuerdo a los que un día hablaron, hoy me da por hablar. Martin Luther King desarrolló una labor crucial en Estados Unidos al frente del Movimiento por los derechos civiles para los afroamericanos. Su guerra estaba encaminada a terminar con la segregación y discriminación racial a través de medios no violentos. Lo asesinaron cuando se preparaba para liderar una manifestación en Memphis. Fue él quien dijo, “la verdadera tragedia de los pueblos no consiste en el grito de un gobierno autoritario, sino en el silencio de la gente”. Creo en la no violencia, creo en las personas y quiero creer que aún podemos hacer algo por este desastre que hemos fecundado, llevado dentro y parido. Permitir una injusticia solo abrirá camino a las que le seguirán. Víctimas y verdugos podremos presumir de revolución a nuestra manera, pero, haciendo uso de una cita adjudicada al Che, la cualidad más linda de un revolucionario es ser capaz de sentir, en lo más hondo, cualquier injusticia cometida, contra cualquiera y en cualquier parte del mundo. Podemos quejarnos constantemente por todo pero no se hasta qué punto sirve para algo, en una sociedad donde la responsabilidad y la culpa se delegan en otros sin pudor. Así pues, la revolución que necesitamos como sociedad ha de surgir de los sentimientos violados por nuestras propias maldades. Hablar por derecho, hablar con principios, hablar con ética, denunciar lo denunciable y demostrar que, si el cambio está en nuestras manos, nuestras manos moldearan el barro que hoy sigue ensuciando esta existencia. Hagamos uso de las palabras con las que Barack Obama se ganó a un país, por si podemos terminar ganando algo.
viernes, 11 de junio de 2010
Quejarse de vicio
Mi primera entrada es, como no podía ser de otra manera, y como han expresado ya en otras ocasiones el resto de compañeras y compañeros; el quejarme de la obligación de tener que quejarme tre veces por semana, ahora que están los últimos exámenes y que ha concluido el curso. Aunque también podría haberlo hecho durante éste, claro.
Pues eso, a falta de inspiración para la escritura y pululando por mi cabeza conceptos relacionados con el derecho de la información, una se pregunta cómo puede rellenar estas líneas que he escribir, aunque temas por los que quejarse no falten. Pues va relacionado con los contenidos de esta asignatura, ya que este uno por ciento de la nota me hubiera gustado mucho si mi afición se declinara por las nuevas tecnologías, las redes sociales, los chateos, los foreos y demás, pero como no es el caso, pues ahí va esta entrada tan laxa.
Insolidaridad a 8000 metros
Mazur tomó esta foto de Hall poco después de encontrarlo cerca de la cima. Alucinando, sonreía a pesar de estar al borde de perder todos los dedos de pies y manos.