Lara Espino Rodríguez
¿Alguien se ha fijado detenidamente en el color blanco polar de lo que empieza a ser la nueva Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la UPV?Un color un tanto inespicable que hace que te encuentres andando por el mismísimo cielo ¿verdad? ¿Y en el nuevo lugar habilitado para la ÚNICA secretaria disponible en todo el "campus"?Se nota que van mejorando...¿O en las ingeniosas mini parcelas con césped distribuídas y estratégicamente colocadas a lo largo de toda la calle en la que paran los bizkaibus? Son totales. Es abrir la puerta de ese vehículo, que nada más y nada menos ventila a todo aquel que desee utilizar sus servicios más de un euro por cada viaje a modo de hachazo sigiloso, y el primer suelo que pisas es la calva de césped desecho después de tantas bajadas y subidas, de lluvia y de viento, de granizo y de nieve...digo yo que antes de poner césped ¿por qué no echaron más cemento? A algun@ nos hubiese ahorrado el inconveniente de llegar a casa con las botas llenas de barro. ¿Y qué decís del 'Juego de Las Baldosas? Si, si, esas baldosas que hay nada más subes las escaleras que van desde la cafetería al edificio reformado y que cada vez que pasas se te incrustan las gotas de agua hasta en el pelo. Ahí está el juego, en cruzar el tramo por la badosa correcta. No veas que alegría el día que vi a dos pobres obreros arreglando las malditas baldosas que hacían de cada 28 de diciembre un día más en nuestro calendario escolar. Podrían venderlas en las tiendas de broma y ponerlas de vez en cuando en las calles de la ciudad, asi como quien no quiere la cosa, mientras una cámara oculta graba tu cara al sentir esas gotas de agua mezclada con quien sabe qué, saltando repentinamente a tu vestuario. En fin, supongo que la ironía y el humor siempre son buenos. Menos mal que al fin y al cabo no nos tomamos las cosas tan a la tremenda y dejamos que el mundo siga con lo suyo mientras nosotr@ seguimos con lo nuestro, sin que una baldosa o una cola interminable nos enerve demasiado. Sin embargo, hay cosas que después de tanto tiempo no llegan a hacer demasiada gracia y más cuando todos contribuímos de nuestro bolsillo a que las cosas mejoren sin tener que protestar como cosacos.