Irene Crespo Gómez
Siguiendo en la línea habitual y hasta que se me acaben me quejaré de nuevo de la organización de la Universidad del País Vasco. Y es que por desgracia, tengo muchos motivos para quejarme sobre nuestra querida uni. En esta ocasión me referiré a los que teniendo capacidad para cambiarlo, conocen la mala organización y la "cara" que demuestran muchos profesores con sus actos, y aún así no hace nada para que esto se remedie. En cuatro años de carrera he visto innumerables cosas más propias de una verbena que de una universidad pública. Hay profesores que no cumplen con sus horarios, que no tienen ni pizca de ganas de trabajar, que si los alumnos les dicen que tal día no van a clase para hacer un puente (aún siendo ese, día lectivo) son los primeros en apuntarse a la fiesta... También estoy harta de ver secratarias con jornadas laborales de risa, a las que encima cada vez que te diriges para pedir información te contestan como si les debieses dinero. Tenemos, también, unos baños propios de paises tercermundistas, donde el día que tienes suerte y tienes papel para limpiarte, los servicios están más sucios que las letrinas de la mili. Por no hablar del mobiliario de las clases, donde tu asiento está pegado a la mesa del de atrás y por lo tanto sepado de la mesa en la que tienes que escribir, aulas en las que pasamos cinco horas diarias. Profesores que no hacen los descansos pertinentes, que no son solidarios con sus compañeros y que se empeñan más en fastidiar (por decirlo suave) a los alumnos que a ayudarlos a que aprendan algo. Pero, como ya he dicho antes, mi queja va para el que conociendo todos estos problemas y teniendo potestad para hacer algo, no actua ni hace nada para remediarlo mientras se lo sigue llevando crudito.
Siguiendo en la línea habitual y hasta que se me acaben me quejaré de nuevo de la organización de la Universidad del País Vasco. Y es que por desgracia, tengo muchos motivos para quejarme sobre nuestra querida uni. En esta ocasión me referiré a los que teniendo capacidad para cambiarlo, conocen la mala organización y la "cara" que demuestran muchos profesores con sus actos, y aún así no hace nada para que esto se remedie. En cuatro años de carrera he visto innumerables cosas más propias de una verbena que de una universidad pública. Hay profesores que no cumplen con sus horarios, que no tienen ni pizca de ganas de trabajar, que si los alumnos les dicen que tal día no van a clase para hacer un puente (aún siendo ese, día lectivo) son los primeros en apuntarse a la fiesta... También estoy harta de ver secratarias con jornadas laborales de risa, a las que encima cada vez que te diriges para pedir información te contestan como si les debieses dinero. Tenemos, también, unos baños propios de paises tercermundistas, donde el día que tienes suerte y tienes papel para limpiarte, los servicios están más sucios que las letrinas de la mili. Por no hablar del mobiliario de las clases, donde tu asiento está pegado a la mesa del de atrás y por lo tanto sepado de la mesa en la que tienes que escribir, aulas en las que pasamos cinco horas diarias. Profesores que no hacen los descansos pertinentes, que no son solidarios con sus compañeros y que se empeñan más en fastidiar (por decirlo suave) a los alumnos que a ayudarlos a que aprendan algo. Pero, como ya he dicho antes, mi queja va para el que conociendo todos estos problemas y teniendo potestad para hacer algo, no actua ni hace nada para remediarlo mientras se lo sigue llevando crudito.
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