Mateo Pérez Martínez
Fue una de las decepciones de Bilbao y una de las sensaciones más increíbles que he vivido en la ciudad. En el año 2005, Bilbao fue idéntico a Mónaco. 50 escuderías desembarcaron en la capital para convertir la ciudad en un auténtico circuito de F1, y encima urbano. Bilbao a nivel automovilístico se convirtió en referente. Después del prestigioso circuito del principado de Mónaco, la capital vizcaína fue su filial. Poco duro el aliciente. Tras el fin de semana que duró el sin vivir de algunos que vecinos que demandaron al Ayuntamiento por el ensordecedor ruido que provocaban los motores de los monoplazas de Renault. A finales de 2005, se fue todo al traste. En un pleno municipal el alcalde claudicó y Bilbao se quedaba sin poder repetir experiencia. Tengo la sensación que su contrapartida fue el BBK Live y Kobetasonik. Unos conciertos con cierta base musical a nivel internacional pero que la equiparación entre lo que quitaron y lo que han puesto es de chiste. Vuelvo a repetir, que lo que hace grande a una ciudad es su imagen en el exterior. Y creo que el motor es uno de los aspectos que más masa social mueve.
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