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martes, 18 de mayo de 2010

Harto de las obras


Asier Paíno Rodríguez
Aunque esta queja está más repetida que los capitulos de Los Simpsons, no por ello vamos a dejar de protestar. Este incordio no es otro que las obras de nuestra facultad de periodismo en la UPV. Hoy mismo se ha producido el último acontecimiento que ha incordiado el desarrollo normal de unas clases universitarias. A las 10 de la mañana durante la clase de comportamiento Político, los obreros han comenzado a tirar las paredes del baño, con pico y pala, lo que ha supuesto que el ruido sea ensordecedor. Este molestar nos ha obligado a cambiarnos de aula para poder continúar con la clase normalmente, ya que la clase está situada al lado de los baños de la planta baja del edificio.
Este cambio de clase ha sido el último de los numerosos incordios que las obras han causado en nuestra facultad desde hace ya 4 años, casualmente año en el que comenzamos nuestra carrera. Por tanto las obras en la facultad son una parte más de nuestra licenciatura, junto a las clases, la biblioteca, la cafeteria,etc. Esperemos que las obras concluyan cuanto antes, para que los que vienen detras nuestro puedan realizar sus estudios tranquilamente, ya que nosotros no hemos podido hacerlo


lunes, 22 de marzo de 2010

Menos ruidos

Nerea Ortega Cozar

Tener un mercado debajo de tu vivienda te da la ventaja de tener todo a mano cuando quieras, pero también tiene sus inconvenientes, como por ejemplo los malos olores provocados por los desperdicios de los alimentos o los ruidos, normales en parte, que se generan por el propio trasiego de la actividad del mercado. En esto último es en lo que quiero centrar mi queja de esta semana.
Desde hace ya unos cuantos años, los vecinos de los inmuebles cercanos al mercado de Santa Eulalia en Santurtzi, venimos aguantando ruidos desde primeras horas de la mañana (7:00 h) debido a la actividad de descarga de alimentos que realizan los propietarios de cada uno de los puestos. Los golpes de las cajas contra el suelo o el ir y venir de los camiones, ya se han convertido en nuestra banda sonora diaria. Entiendo que el ruido de los camiones no se puede evitar, pero el de las cajas sí. En mi opinión, creo que no costaría mucho depositar con un poco más de cuidado (no digo mucho, porque sino no acabarían de descargar en la vida) las cajas y no lanzarlas como quien tira una piedra al río. Los que no madrugamos lo agradeceríamos eternamente.