Algo tan sencillo como montarte en el autobús para subir de camino a la universidad se puede convertir en una auténtica anécdota. Te montas tranquila pensando en tus cosas…mientras amenizas el viaje con algo de música en tu mp4 o mientras charlas con las amigas que has coincidido. Lo que menos te esperas es que precisamente ese momento que para ti es totalmente pasivo se va convertir en toda una anécdota. Y es que nadie se imagina que hasta en un autobús te puedes llevar una sorpresa. Se supone que los autobuses están totalmente preparados para cualquier tipo de circunstancia, camino o dificultad que se les plantee, sin embargo no siempre ocurre así. Lo único que me dio tiempo de oír es un ¡PLAS! Rápido y seco que duro pocos segundos, hasta que se oyó algún chillo y una amiga me apartó rápidamente. Pues bien no ha ocurrido ninguna desgracia pero uno de los cristales del autobús (situado dentro de él, delante de la parte baja de uno de los asientos) ha reventado supuestamente por la presión de los “vaivenes” de la carretera. El único daño ocurrido ha sido material, el propio cristal, a pesar de que estaba rodeado de gente no le dio a nadie. Todo queda en un susto y un poco de intriga ya que parece imposible que un autobús tenga cristales tan “frágiles” que se revientan solos…..pero bueno la jornada sigue así que lo único que puedes hacer es reírte y dejarlo todo en un “pequeño susto”
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