miércoles, 16 de junio de 2010

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Ana García Echevarría

Sabía que no lo había visto todo. Aún menos esa parte. Siento que la tecnología crece más rápido que yo. Mi día de ayer se gastó muy similar a la etapa que les caracteriza. Folios, moscas interesantes y curiosidades que no son vitales. Entre café y notas de clase me pocoyizaron. La gracia se originaría años atrás, en el salón comunitario de una residencia universitaria. Por aquella hacía gracia preparar el despertador para las nueve de la mañana, desayunar tostadas para nueve y aliviar nuestra culpabilidad ojeando los apuntes que tocaba ojear. De ruido de fondo la colección de programación infantil de cualquier antena sintonizada. La primera emitía por entonces un serial de muñequitos digitales de corte torpe y despistado. Pocoyo pretendía ganarse a los descendientes de la generación Barrio Sésamo. Y se los ganó. Ahora, nuestro particular síndrome de Peter Pan no ha dudado en usurpar los héroes contemporáneos para sus pasatiempos por las redes sociales. Ahora yo también puedo ser un personaje virtual de cara regordeta y ojos canica sin perder mi estilo. Si…ayer me pocoyizaron, mañana me tentarán para que participe en un cuestionario que me aclare qué fui en otra vida.

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