Algo se cuece en el gallinero universitario, algo demasiado oído y poco escuchado. Y yo, soy la primera ignorante parcial. Bolonia se presenta hoy como un cantautor encima del escenario, a expensas de críticas y aplausos que no condicionarán su existencia, sin embargo, muy a grandes rasgos sé cómo es la universidad del plan Bolonia. La culpa de un encogerse de hombros en señal de esa ignorancia podemos echársela al desinterés mayoritario que caracteriza a gran parte del alumnado. Informarse es una labor absolutamente personal y el interés de cada uno algo selectivo. Siento encima de los hombros un giro de tuercas a la rutina universitaria, con motivaciones y cambios que azotan a muchas caras de rechazo. Es de suponer. Ahí va uno de sus puntos criticados y señalado con mi propio dedo del interés selectivo. La evaluación se determinará atendiendo a los resultados de mi trabajo durante el curso. Un seguimiento diario del trabajo personal del alumnado mediante evaluaciones continuas, actividades no presenciales y trabajos en grupo, muy bien apoyado en el uso de todas las posibilidades que ofrecen Internet y las nuevas tecnologías TIC. No será cuestión de jugárselo todo en una primera y última batalla de conocimientos sobre papel pero, lo que por un lado me consuela, por el otro me ahoga. Rebelión en una granja donde los hay estudiantes y trabajadores. Seré entonces una super mujer con el poder de división física que me piden, multiplicaré las horas del día, no añoraré el tiempo libre y dejaré de tener vida social. Lo haré así porque no quiero dejar de luchar por mi futuro. Lo haré porque sin dinero no como. Y no me quejo, para nada.
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