Esta frase, que resume lo que fue el despotismo ilustrado, podría aplicarse en la actualidad realizando alguna modificación que otra. El todo por el pueblo pero sin el pueblo venía a decir que se buscaría lo más beneficioso para él pero sin contar con su opinión. Sin embargo, hoy en día se hace todo lo contrario. Unicamente se cuenta con el pueblo en los meses previos a las elecciones, unos meses en los que las promesas y los "haremos" están presentes en prensa, radio y televisión. Ahora bien, ¿qué ocurre cuando alguno de los que han prometido tantas cosas llegan al poder?, es en este preciso instante cuando el pueblo ya no tiene tanta importancia. Y digo tanta porque los ciudadanos aún tenemos algo indispensable que muchos políticos anhelan y desean a pesar de poseerlo ellos también, y además, en mucha mayor cantidad, este algo es el dinero.
Y es que en los ultimos años hemos podido presenciar numerosos casos de corrupción política como el de Julián Muñoz o el reciente de Camps. ¿Qué deben tener en la cabeza este tipo de gente para, no solamente jugar con el dinero del pueblo, sino también robarlo? ¿Acaso no les vale con el sueldo que muchos de ellos cobran por unicamente prometer cosas y criticar al bando contrario?. En cualquier caso, la justicia será la que tenga que decidir qué pena merece el delito de engañar y robar al pueblo. En cuanto a lo que los que se hacen llamar políticos llevan haciendo años y años, es decir, reunirse en el parlamento para criticar a los que no piensan como ellos, la justicia poco puede hacer, y menos en estos tiempos en los que la crisis desmonta cualquier argumento posible que no tenga como objetivo ayudar a los que formamos este "queridisimo pueblo".
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