Ana García Echevarría
No seremos testigos del fin del mundo. Esto no se nos desintegra el 21 de diciembre de 2012. Sin embargo, es algo que a muchos les cuesta creer. Para esos ‘muchos’, la para justificar lo imposible es buscar explicaciones de todo tipo. El hombre se alimenta de morbo por naturaleza y el Apocalipsis nos pone. Recordemos algo, en el año 2000, para desilusión de muchos, no pasó nada. ¿Por qué nos ha dado ahora por el 2012? Porque ‘dicen’ que los mayas predijeron esa fecha como el fin del mundo. Claro…nadie se lo cree, pero hacemos películas, escribimos libros y hablamos de ello buscando argumentos que le den un mínimo de credibilidad al asunto. La alarma social que nos curramos, incluso, obligó a la NASA a emitir varios comunicados desmintiendo el fin del mundo. De locos. Además de toda nuestra lista de sandeces, que no van a ningún lado, hablamos de ello apoyándonos en presuntos argumentos científicos e históricos. Cuando en 2013 la tierra siga en su sitio diremos que menuda caquita de fin del mundo había vaticinado, decepcionados, una vez más, porque nada ha pasado. Somos tan tontos…los mayas no dijeron que el mundo se fuese a terminar, ni en el 2012 ni nunca. Esta civilización disponía de un formato de calendario dividido en varios ciclos. Da la casualidad, que uno de esos ciclos termina en el 21 de diciembre del 2012. Sí, pero empieza otro, así como antes del actual, han existido más. Se termina el calendario, pero vuelve a comenzar. Con lo cual, estamos poniendo en ‘boca’ de los mayas algo que nunca se aventuraron a profetizar. Todo lo contrario, pues afirman que después del 2012, otro ciclo seguirá. Grandes expertos en matemáticas y astronomía, los mayas nos dejaron uno de los calendarios más perfectos de la historia. Nosotros, hombres del siglo XXI, se lo agradecemos reinventándolo. Si para forrarnos llenando salas de cine y vendiendo libros hay que decir que esto se acaba, se hace. Y los mayas, que protesten.
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