Cuando el escenario político español está que trilla, no hay mejor manera de distraer a la opinión pública que suscitando el debate por aspectos bien alejados de la realidad y sus problemas, como son en estos momentos la crisis y la reforma laboral, sacando de la noche a la mañana a colación burka sí, burka no, con la propuesta de una legislación a nivel estatal y la correspondiente trifulca entre los líderes de los partidos políticos.
Hoy me despierto y me encuentro a las diversas secretarias de los grupos políticos argumentar porqué el burka no, señoras que quizás desconocen, como la mayoría de los presentes occidentales, no ya sólo las leyes coránicas y la cultura islámica, sino la propia opinión de aquellas mujeres a las que se han empecinado en liberar. Palabras como prohibición o erradicación de prendas que atentan contra la dignidad de las mujeres, no cesan de aflorar en el espectro mediático y en el discurso político de estos días.
Hoy en día, la sociedad está plagada de costumbres y prácticas que atentan contra la dignidad y la igualdad de las mujeres, como la percepción de un salario inferior al del hombre, la servidumbre doméstica o la asunción de roles pasivos que el entorno nos impone. Pero claro, el burka o el hiyab hacen más daño que todo eso, la carga sociocultural que cae como una losa sobre todas las mujeres; por lo que es necesaria su regulación en el congreso -en vez de hacer que se cumpla realmente la Ley de igualdad que el mismo aprobó-, y hacer que muchas mujeres musulmanas se queden en casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario