jueves, 6 de mayo de 2010

Producto nacional de serie B

Aitor Arambarri Alberdi
Justificar a ambos ladosUn día cualquiera de una semana cualquiera. Acabo de cenar y me siento en el sofá. En la tele, cualquier tontería que apenas distrae la habitual lectura del periódico; en general, el telediario, dando el parte rutinario (un viejo que se cae, alguien que roba algo, un perro al que le falta una pata, un fatal y dramatiquísimo accidente). Hacia las 10, trato de prestar atención; lo confieso, me gusta ver la tele... siempre que haya algo que se deje ver. Y no pido mucho. Me va una película medianamente buena, que las hay a patadas. Me engancho a cualquier serie que tenga un mínimo de coherencia argumental. Algún serial americano made in Hollywood donde unos supermaderos resuelven el misterio de las líneas de Nazca y me quedo tan a gusto. Da igual. Pero hay días en los que ni eso.
Los vascos y las vascas (un beso para todas las ministras de igualdad del mundo) gozamos de ocho canales en la tele en abierto; a estos, hay que sumarles los pseudo-canales que nos aporta la tan cacareada TDT, entre los que siempre puedes encontrar algo que se salve. Pues bien, hay días en los que ni en esa maraña de cadenas encuentra uno algo digno de ser observado. Las películas de toda la vida han sido desplazadas por gilipollas de tres al cuarto que dicen ser famosos haciendo el ganso sobre una pista de baile; las series nacionales de calidad se ven desplazadas por encendidos debates acerca de los abdominales de un chulo de discoteca cualquiera (vale, el chulo putas es mucho más rentable económicamente que montarte una serie).
¿Qué nos queda? El gallinero madre con un juzgado como escenario, el gallinero madre formato testimonios, el gallinero madre versión busco novia, el gallinero madre modelo debate político... Hasta las narices de ver siempre lo mismo. Añoro al bueno de John Wayne, a Chanquete, al Equipo A. Aborrezco el producto nacional de serie B. ¡Devolvednos la tele, infames!

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