Si por algo será recordado el Tour de Francia 2010, es por su absurdo. Rescatando el popular dicho que enuncia 'tan bueno es, que parece tonto', podríamos resumir el cariz de ilógico fair play que está tomando la ronda gala. Y esto se debe a que el ciclismo de hoy en día está sufriendo la fuerza de la opinión pública que generan los medios de comunicación.
Parece que el periodismo actual prefiere centrarse en nimiedades y gilipolleces antes que en la pureza de la carrera. Una vez pasada la moda de persecución y relación del ciclismo con el dopaje, ahora este deporte se está viendo afeado por una falsa deshonestidad impulsada día tras día por los medios de comunicación. Ahora está mal visto atacar cuando ha habido una caída, cuando ha habido una avería, o cuando surje algún problema imprevisto. Sin embargo, antes, estas circunstancias dibujaban el ciclismo como un deporte de máxima picardía y oportunismo.
En el Tou r del 53, Loroño aprovechó la bajada de un paso a nivel que acorraló al pelotón para atacar y culminar una escapada épica en los Pirineos, donde distanció en la general a sus inmediatos perseguidores. Aquello fue visto como un extraordinario movimento estratega. En 2010, ésto mismo situaría al bueno de Loroño en el punto de mira de todos los medios de comunicación y sería mancillado irreversiblemente por la implacable opinión pública, por aprovecharse de una circunstancia externa a dar pedales. Pero aquí radica la belleza del ciclismo. En su imperfección. Que no sólo consiste en dar pedales.
http://www.as.com/ciclismo/articulo/vi-le-dejaba-ganar-dio/dasclm/20100724dasdaicic_2/Tes
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