domingo, 7 de marzo de 2010

¡Viva la solidaridad!

Andrea González Martín
Puedo comprender, aunque resulte increíble, que algunos profesores no estén dispuestos a facilitar la vida de los alumnos en la facultad. Que les hagan elegir entre estudiar o trabajar o que las normas de sus asignaturas sean totalmente inflexibles. Y es que hay ciertas ocasiones que debemos comprender que ellos, al estar en una posición superior al alumno, aprovechan de alguna manera ese poder.
Lo que de verdad no puedo comprender y me indigna es la insolidaridad de aquellos compañeros que no entienden un concepto tan básico como es el verbo trabajar.
Sí, porque aunque algunos no lo sepan la universidad, el transporte, los apuntes e incluso las comidas en la facultad se pagan. Y hay gente que decide hacer un esfuerzo en sus vidas y ayudar en su casa en estos tiempos en que la economía de nuestro país no está en recesión y sobra el trabajo allí por donde pasas.
No entiendo que un compañero no te ceda su sitio en una tutoría con un profesor, (lo que supondría un retraso para él de media hora a lo sumo en su estresada vida), asegurándole que si no te cambia el turno no llegas a tu puesto de trabajo.
Y yo desde aquí deseo animar a estos alumnos, cuya asignatura favorita es el peloteo, a que sigan ayudando así a sus compañeros. El problema es que se les ha olvidado que hay un pequeño inconveniente en relación a estas malas prácticas. Y es que como el día de mañana o de hoy me encuentre con ese compañero insolidario en mi puesto de trabajo le devolveré ese gran favor que me prestó una vez.
Lo positivo de este asunto es que, por suerte, aún quedan personas que te ceden su turno de mil amores. A ellos o a él, mejor dicho, le doy las gracias.

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